ERRATAS
Pa*.
»Pá<i
D»*b«i iWir
—
—
—ir
—
27
8.o
Me buscó el co-
Me hirió en el
razón.
corazón.
48
Abrevarán.
Abrevaron.
56
2.°
de la fuente.
á la fuente.
2.o
pensarosa.
pesarosa.
PRÓLOGO
Si cuando apareció Flores de Otoño, no hubie-
se entonces surgido un poeta, lo hubiera anun-
ciado hoy desde el pórtico de Postumas, t on todos
los atributos de su lira polífona, cou todos los
matices de su estilo inimitable. Pero la presen-
tación del poeta la hizo él mismo, con sus so-
nantes versos, é hizo pensar en el prodigio de
la harmorna, con el alma en éxtasis!. . .
Reveló el misterio poético de la melancolía,
pulsando una sola cuerda, una de las dos ó tres
á que se refiere Lotti, con su musa vestida de
heliotropos, viajera nocturna por el jardín ba-
ñado en luz de luna Hizo gustar exquisitas
sensaciones, líricas deliciosas, fragantes aromas
de cosas antiguas, supremas idealidades, revela-
ciones magnificas de una belleza superior, donde
la escala mágica produjo las más ex trapas notas
en el único tono plañidero dé su inconfundible
espíritu de artista.
Sabiéndose incomprendido, tal vez porque
PKÓLOGO
Euterpo y Polymma lia tiempo huyeron ante el
vocerío de las ¡ trescientas ocas, » Melitón I. Si-
mois siguió en su trabajo de orfebre, cincelando
sus piedras preciosas ea el silencio de su alca-
zaba marfilina. Y asi surgió esto nuevo libro,
germinado en lo más íutitno de su alma que
destila amargura y que florece en estrellas !
Y aquí está, fragante como un manojo de flo-
res «uajadas de rocío, este ramillete de sonetos,
que el autor cediendo á no sé qué enigmático
presagio de ostracismo, tituló Postumas, cuando
su lira puede aún, como la de Stesieore combatir
al toro de bronce.
Podrá tildarse al libro de que hay en él una no-
ta, — base de su harmonía, inconfundida siem-
pre al través de su orquestación poliíóüica, — de-
masiado elegiaca, pero os esa, precisamente, la
que personifica al autor, la que lo humaniza, ape-
sar de sus peregrinaciones por el azul donde
ruedan soles y estrellas, en busca de una sonri-
sa celestial, de un atributo con que sutilizar sus
versos, para derramarlos luego como raudal de
lágrimas, y hacer vibrar en extremecimiento pia-
doso el alma nuestra.
Y en su vuelo inmenso, ebria de luz la pu-
pila, tendiendo su prora al infinito, por sojire
PRÓLOGO
todas las liviandades y todas las miserias, alejadc
de las impurezas terrestres, se detiene ante el
enigma interrogante, y cara ¿ cara, dialoga con le
desconocido, en el reinado laberíntico de la conje-
tura y el misterio! Y de allí cae, su fe perdida, que,
u es un ángel i on las atas rotos/ ”
y el poeta, en el plano de la lamentación, impri-
me á sus versos un sello de uo sé qué vaga
melancolía, dé no 'sé qué sublime magestad de
ensueno, como si entre las rimas cantara siempre
su queja plañidera, la guzla del dolor!...
Buscad el retiro de un viejo parque eu la hora
crepuscular, cuando el sol de O tollo ríe con las
hojas que amarillean, entrad en la religiosa se-
m i-oscuridad de los templos; sentaos en el jardín,
bajo el manto de perlas de la luna apacible;
arrodillaos ante el altar de Isis fecundante de en-
sneno, y abrid este libro, si queréis gustar el
encanto de sus páginas eucaristicas, el magismo
de lo irreal, de lo ignoto.de lo desconocido !.. .
Y vosotras, para quienes el amor es llama
celestial, es encanto llevado al éxtasis, es sueno
uránico, lenitivo para el que sufre, néctar deli-
cioso que se liba eu la copa dorada de la feli-
cidad; abrid este breviario, devotamente, que
PRÓLOGO
vuestras pupilas se bañarán en luz de plata;
entornad los ojos, y en la penumbra violeta, ve-
réis surgir, galantes, los caballeros del ensuefio
con un ramillete de flores en la mano en actitud
de ofrenda; y si conseguís que vuestra materia
se sutilice hasta la espiritualización, entonad
con el poeta los salmos dulcísimos del olvido,
en coro místico de tristeza, de paz y de melan-
colía, y Postumas será entonces el lirio que per-
fume, la rosa lírica que abre su corola al conjuro
de la noche estrellada, el suspiro que en los labios
pone un beso, el amargo lloro que se traduce
en bendiciones y se desvanece en quejas, el vaso
esmeráldico de la leyenda del Graal, la áurea
copa de hidromiel que el héroe del Valhalla dejó
sin escanciar en la noche del último festín!. . .
*
* *
Sé que los lacayos, con íntima fruición, ce-
lebrarán el destierro del autor de Postumas que
vive, como Petronio, en tiempos de abotagados
prosaísmos, V tal vez sea ese su mayor triunfo,
su palma, su laurel y su fama, que le siguen,
para coronarlo, por su < ruta de estrellas !.. . >
Juan Pablo Lavagnini.
Febrero de 1917.
Aquí estoy otra vez.
Aquí estoy otra vez, hermanos; quiero
Ya que muy pronto he de morir, dejaros
Escrito en verso: mis ensueños raros,
Por qué he vivido triste, y por qué muero
A vosotros hermanos, mi postrero
Cantar os doy, porque he sabido amaros
Mis afectos más dulces y más caros
Y que por tales, más que el mundo entero
9
Valen tal vez: mi muerte i
Vivir altivo y solitario supe
Y mi próximo fin va no me
no es preoeiij
espanta
Porque llevo la gloria del herido
Ruiseñor, que en el borde de su nido
Pliega las alas y muriendo oanta.
Así fué.
Caminando al azar, en mi desvelo
Llegué al ensombrecido intereolunio
Donde las rosas tjue me diera Junio
Amustiaban su blanco terciopelo»
Idealizada por el plenilunio
La media noche protegió mi anhelo
Y hacia lo eterno, en silencioso vuelo
Huyó el pájaro azul de mi infortunio
n
Llorando sus extrañas letanías
Pasaron todas las tristezas mías
A perderse en los orbes infinitos
Y un fauno, ebrio con licor de olvido
Fui, cuando el sol me sorprendió dormido
En un lecho de pétalos marchitos.
El cisne aquél.
Ignoto artista, dueflo de la suma
Ciencia de hacer de nieve lo más bello
Idealizó la albura de la pluma
En la curva hierática del cuello
Dolor y aristocracia; lleva dello
El noble descendiente de la Espuma
En la pupila azul, impreso el sello
C^ue al mirar presta vaguedad de bruma
13
A la ovilla del lago, en el seguro
Rincón del viejo parque donde apuro
La copa de mi eterno meditar
Como sabe que soy uu visionario
El cisne aquel, altivo y solitario
Tarde á tarde me viene á visitar.
14
Alfombra de Persia.
Una alfombra de Persia en tinta viva
Mentía el musgo extendido sobre el terso
Cristal de la laguna de donde iba
Surgiendo el cisne blanco de mi verso
Entornó mis pupilas sin esfuerzo
La mano de una maga volitiva,
Y fué el alma tal vez, del Universo
La que anidó en mi frente pensativa.
15
Dormí para mi bien La fronda quieta
Protegió mis anhelos de poeta,
Callaron los rumores campesino*;
Y al morir de la tarde envuelta en brumas
Soné un mar de corales y de espumas
De sirenas y príncipes marinos.
El tigre.
De inconcebible furia pose ido
Kl tigre me ha saltado á la garganta. .
Su garra, si me hiere, más me espanta
De ella quise huir y no he podido
El dolor de la herida la he sentido
En pleno corazón, pero fue tanta
La suerte mia, que la sangre cauta
Al surgir rauda, una canción de olvido
17
Fué üiuel U liera al par «pie generosa,
Por la desgarradura Jolorosa
Pasó su s lave lengua de felino...
¿No comprendéis? el tigre es mi tristeza
Pero un ansia infinita de belleza
Va cubriendo de flores mi camino.
18
Así sea.
Oh, licor de ambarina transparencia
(¿ue en los instantes de tristeza apuro
Tú, para mi incurable y cruel dolencia
Eres el paliativo más seguro
Morir bebiéndote una noche, auguro
Como lógico ñn de mi existencia
Y que he de bendecirte, te lo juro
Cuando parta por siempre hacia la ausencia
1Ü
Mucho lie sufrido por saberme solo
Y ante tu altar espiritual inmolo
Todo lo que la vida nos ofrece
Yo bebiéndote sorbo á sorbo, anhelo
Ser meteoro que cruzando el cielo
En destello fugaz, se desvanece.
Confesión.
Digámoslo lioy, mañana será tarde
ilvez. puesto que nadie está seguro
; que las contingencias del futuro
> troquen al valiente en un cobarde
El fin cercano de mi vida auguro
aunque de mi tormento no hago alarde
mo una hoguera de martirios, arde
i mi cerebro un pensamiento oscuro
21
Digámoslo hoy. ignoro si blasfemo
V el juicio adverso espero y no lo temo:
Yo soy en el erial del Universo
La estrella que lia perdido el derrotero
Lirio abierto en inmundo estercolero,
El dolor hecho verso.
22
Loreley.
Pronto á partir, el corazón henchido
De sacra fe, de amor y de esperanza
Un cántico augnral, hasta mi oido
Llegaba de la bella lontananza
Visionario de! bien apetecido
Que el deseo persigue y nunca alcanza
Me so fié uu don Quijote, en su transido
Rocinante, y armado de una lanza.
V partí — De países ignorada
Fui cruzando por valles y collados
En busca siempre de mi Dulcinea
Y cuando recorrí toda la tierra
Con la estulticia humana en nula guerra
Torné vencido á la nativa aldea.
2 4
El optimismo.
Cruzó cual fugitivo meteoro
La noche de mi espíritu anhelante
Y de mi fe en la fuente agonizante
Volcó el raudal de su cascada de oro
Hacia mis playas, de un país distante
— Barca cuyo naufragio ya deploro —
Trasportando de amor, sacro tesoro
Rompió la quilla en un escollo errante.
25
Es del diu'o vivir, el optimismo
Faróntesis de luz. en el abismo,
Flor de milagro en un país de hielo;
La gracia de un minuto de consuelo*
Ya he perdido ese bien: réstame hoy
La inmensa pena de saber quien soy.
20
Jardinero.
* De mi asidua labor de jardinero
El fruto recogí, tengo claveles,
Y mi guardilla solitaria quiero
Alegrar con sus rojos oropeles
Abriré la ventana porque espero
Que á la cita del cáliz siempre fíeles
Al nectario vendrán desde el sendero
Abejas de oro á elaborar sus mieles
27
Y mieutras el enjambre laborioso
Irá agitando el vuelo rumoroso
En torno á la mareta florecida
Otro enjambre de abejas musicales
Vendrá á traer la miel de sus panales
Al exhausto nectario de mi vida.
Vaguedades.
Ayúdame á sufrir; ayúdame á penar
lo tengo el alma enferma de tanto padecer
ío sé si de sentir, no sé si de añorar
jo que no tiene Hoy, lo que no tuvo Ayer.
¿Por qué en mi senda hostil, no hubo de una mujer
a fuente de milagro para mi sed de am<y?
Por qué padezco así, la angustia de saber
el martirio sin fin, de querer olvidar?
Escúchame: tus manos, blancas como el marfil
Al dejar en mi trente su caricia sutil
Tienen el maleficio de las dores del mal
Aléjate, me taita la luz de la razón
No sabrás que la Vida, rompió mi corazón
En mil pedazos, como si fuera de cristal.
30
Por qué soy así*
No debo ser así, bien lo comprendo
Afas por mucho que intente y que lo quiera
La atroz angustia de vivir muriendo
Nc me deja cantar de otra manera.
Perdida ya, la juventud primera
No hallo r zon para seguir viviendo
Pur eso el existir es una hoguera
lleude la antorcha de mi verso enciendo
111
i Y pude ser feliz ! . . . La gloria puso
Sobre mi sien, la palma codiciada...
Alguien llamó á mi puerta; eva la Nada
¿A dónde vas, iluso?
Desde entonce agobiada de derrotas
Mi te, es un ángel con las alas rotas.
32
Sonetos de la Primavera.
i
Sonad, sonad poeta; la manaua
Esta mañana azul de primavera
Hará bien á la casi sobrehumana
Inquietud del espíritu que espera
•Sonad, sonad, poeta; cortesana
Wue en belleza gentil fué la primera
El talle airoso, al pie de la ventana
Balancea una rosa tempranera
33
El sol naciente, al exornar de raros
Arabescos, los mármoles del Paros,
Gloria del viejo parque señorial.
Diviniza la sangre de la rosa
Y es propicio á la linfa milagrosa
De una fuente enigmática y lustral
34
¡Como alivia la fiebre de mi frente
El frescor de la brisa matutina !
¡Qué grato es el mensaje de lo ausente
Que me trae la primera golondrina!
Ed el earmíu y el oro del Oriente
Ha trazado el anhelo, una divina
Huta, por la fjue el alma dulcemente
Hacia un país lejano «e encamina
Y cuando la bandada de paloma/
Cruza rozando el borde de las lomas,
Y tañe la campana de la aldea
A vivir, á vivir, Naturaleza
Parece que dijera, y mi tristeza
Ruega con unción mística: ¡así sea!
m
A vivir, á vivir/. . Todo despierta
De Primavera al mágico conjuro
Revienta el brote y el gilguero acierta
En el trino augura!; fuerte y segure
Revive oculto surtidor la muerta
iarmouia dal agua, y e! oscuro
Asimismo, conviértese en la puerta
íue á Pe le da entrada en el Futuro
3í
Reid sol; trinad aves, brindad flores
De consuno, perfumes y colores;
Vuestro murmullo proseguid, cascada
Cantad poetas la estación florida
Mientras gime en la noche de la Vida
Mi musa taciturna y enlutada.
38
Quimera de amor.
El jardín está sombrío
Y sobre un blanco mosaico
Traza arabescos el frío
tí ayo de un arco voltaico
Junto al soto de violetas
A una Venus taciturna
No sé qué penas secretas
Cuenta la brisa nocturna
Hondo como un desconsuelo
Algo desciende del cielo
En esta noche de Enero
Y olvidando su dolor
Una quimera de amor
Suena el oscuro trovero.
40
Confidencia.
Yo estaba j.quí, ya hacía no sé cuánto
Er este viejo banco solitario
Sonaba. . . no sé en qué; por soñar tanto
Yunca sabe en qué sueña el visionario
Y ella llegó — Magda la en mi calvario
hl lluvia ha su sór, tan raro eu canto
¿ue su inirada tal un relicario
!.*e ternuras, <li ó fin á mi quebranto
41
; La amé? no lo sé bien; solo podría
Decir, que su recuerdo todavía
Me asalta á veces con el loco empeño —
De lo que fu ó entrevisto y no alcanzado
O eso muy bello que hemoe encontrado
Una vez en la vida ó en el sueno.
42
Bajo (a noche azul.
Bajo la noche azul, era la luna
Trasunto de clorótica azucena
V la fronda eu quietud, lo mismo que una
Madre consolatriz para mí pena.
Perfamaba el ambiente la verbena,
Aullaba un lobo en la vecina duna
V nunca fué más suave ni más más buena
La beatífica paz de 1 laguna.
4 a
l'ensw en Dios; en el Dio» en que creía
Cuando era niño; en la crueldad impía
Del destino, en lo aciago de mi suerte
Y ¡oh locura! pensando en estas cosa»
Florecienro los versos como rosas
Para adornar la hora de mi muerte.
44
Moriré temprano.
Estoy enfermo, moriré temprano
iíi mal, un mal atroz que lio perdona
Labra dentro mi pecho en inhumano
Dolor que rae atormenta y que se encona
Con la carne aún en flor; la vida entona
Cn miserere por mi fin cercano...
El alcazar azul se desmorona
¡ Ducho, quiero vivir, pero es en vano 1
¿Y bien? Si asi lu quiso el cruel destino
Si no lie de recorrer todo el camino
De triunfos que sofió mi desvarío:
¿Para qué protestar? sea mi verso
La ofrenda con que quiero, al Universo
Dejarle todo lo que tengo mío.
46
A Julio Garet Mas,
Kl niño jw«*ta, que mloquwió
,»<• triste*».
Tu pensar sobrehumano, fracasó en la locura,
Yo endulzaré tus horas, dándote mi ternura
Oh, mi lírico hermano, dentro cuya cabeza
Kn rosas de infortunio floreció la tristeza
Yo velaré tus raros ensueños de demente,
Entornaré tus ojos, enjugaré tu frente
Y llevaré á tu celda mis versos y mis flores
Y una jaula de oro para tus ruiseñores
47
Sm conocerme, un día, en la oscura taberna
Escribiste, bebiendo, la epístola fraterna
Y el libro de milagro de tu alma me abriste
Por saberme tan sólo, tan enfermo y tan triste
Y tu musa doliente, y mi musa pagana .
Abrevarán del Verso, en la misma fontana
Y los dos siempre juntos, y los dos siempre lejos
Cantamos al unisono, el dolor de ser viejos
El dolor de ser viejos, porgue en la primavera
No alegró nuestro huerto, la alondra mañanera
Ahora que estás loco, yo bendigo la suerte
<¿ue hará menos amarga la hora de tu muerte
Y bendigo el instante que entrando en la demencia
Curaste del martirio sin fin, de la existencia
4s
Como fueron mis Flores, en pos de tus * Estrellas ■
Mi espíritu del tuyo, va siguiendo las huellas
Y hacia tu nuevo mundo, de paz y dulce olvido
El pájaro sagrado de mi anhelo ha partido
La inaccesible cumbre, de nieve inmaculada
Erguida entre las brumas del Caos y la Nada
Acojerá tu alma solitaria y la mía
Y velará piadosa, nuestra inmortal porfía
Pobre y desventurado, lírico hermano mió
V enga á mi. de tu noche, el bienheehar rocío
\ sea de tu gloria, la aurora que despierta
El faro que me guie, por la ruta desierta
Como fueron mis Flores en pos de tus Estrellas *
Mi espíritu del tuyo, va siguiendo las huellas.
49
El retorno-
En esta noche pavorosa en que una
Llama sutil, de angustia y de tormento
Se alarga, y con abrazo de serpiente
Se va enroscando en torno á mi cerebro
En esta noche pavorosa, creo
Por lo cruel del martirio que padezco
Que á devorarme el corazón, entraron
Buitres del Setentrión dentro mi pecho.
Yo no sé dónde voy en las tinieblas;
Sólo sé que be llegado de muy lejos
Y que dejé la ensangrentada huella
Por las sendas de todo el Universo.
Loco de mi que quise entre los hombres
Predicar del amor, el evangelio , . .
Subí á la cumbre, descendí al abismo
Y nadie supo comprender mi verbo
Labrador del pensar superhumano,
De la ignorancia roturé la tierra
Pero llegué temprano y la simiente
No germinó en la entraría de la gleba.
Muy temprano llegué. — Sí Jesucristo
Padeció la injusticia y el escarnio,
Yo también como el mártir gal i leo
He tenido mí cruz y mi calvario
Muy temprano llegué; vuelvo á mi oscura
Caverna de los tiempos ancestrales
51
A esperar en un éxtasis de piedra
El glorioso alborear de otras edades.
Dejemos que se aleje hacia la Nada
La eterna caravana de las horas;
Dejemos que ios siglos se conviertan
En átomos de escoria.
Más tarde volvere; dejo en la vida
Gomo una enorme estrella solitaria
La lumbre de mi espirita fraterno
Que irá alumbrando la conciencia humana
Y después cuando al fin de mil centurias
Sonoros bronces mi regreso anuncien
Y en cantos augúrales
Saluden mi advenir las multitudes,
La raza de Caín que permanece
Sorda á mi voz de amor y de esperanza
Se agrupará en el templo del apóstol
A escuchar de rodillas su palabra.
Primavera.
Encontró al levantarme, esta mañana
Florecido el rosal de mi ventana.
El dormido murmullo de ia fuente
Me habió de un bien ausente
<¿U6 al partir para siempre, el alma mía
Saturó de inmortal melancolía.
En el aauí errante
F a una nube hacia un país distante.
Puso en mi frente su piedad divina
El frescor de la brisa matutina
Mientras cantaban bajo los aleros
Las alegres parejas de gilgueros.
Como el ave feliz ¡ah, quién pudiera
Saludarte cantando, Primavera!
Flores, cantos y sol, todo convida
A gozar los encantos de la vida;
Sólo mi huerto desolado y triste
El gris ropaje del o tono viste.
f>4
La fuente seca.
La! -oró en blanco mármol de Carrafa
Mano egregia de artista, la figura
Le im joven fauno, que por bella y rara
Filé de la fuente, adorno y gloria pura
En tranquilas marranas, la escultura
Cubría el sol de diamantes de agua clara
Eí ue al descender tremantes, de la altura,
Ea fuente en su interior recogía avara,
A beber en Ja linía transparente
Acudían las aves < 8 ^ la fuente
Del viejo parque seítorial; un día
— Nadie sabe la causa del prodigio —
Se ausentó el agua sin dejar vestigio
Y está seca la fuente todavía.
Flores y estrellas.
l>os<l<- mi locho >lo oní- r
Un ángel, de la vida en los albores
31e ofrendó ayer, nn ramo de violetas
Diciéndome: aquí os traigo de estas dores
tanto amais vosotros los poetas
It tibia, <le ojos azules, la mirada
íle aquella nina cual ninguna, bella
Eu la noche de mi alma desolada
Hrílló con los fulgores de una estrella
No digo sí lloré: mí mal sin cura
Fné meuos cruel, cuando ella con ternura
Adiós, me dijo, que sanéis deseo
Y pensé que tal vez su blanca mano
Enflorará en un dia no lejano
Mi sepulcro sin cruz ni mausoleo.
68
Muy pronto.
Iluso, en vano descifrar pretendo
Los enigmas del Todo y de la Nada
Y en vano quiero amortiguar, riendo
La tristeza de mi alma desolada
Fuerza es vivir, padezco y no comprendo
Porque en el designio de la suerte airada
Hizo la senda por do voy siguiendo
Tan dura, tan hostil, tan escarpada —
59
— Mliy pronto partiré; nadie me llore:
Cuando del nuevo dia el sol, colore
Las altas cumbres de los altos moutes
Irá mi espíritu — prodigiosa ave
i*or estrellada ruta que ya sabe
En busca de más amplios horizontes.
(50
La tristeza,
Luz que en la» sombras del abismo impera
De mi fe y de mis dudas ñel testigo
Clara fuente interior, donde mitigo
Esta sed que mi espíritu exaspera
Eli mí vivió desde la edad primera
Fué á la par que mi gloria, mi castigo
Y el co razón la alberga y va conmigo
Como mía inseparable compañera
ti!
Musa piadosa que mi verso inspira;
Eterna llama de la eterna pira
Donde arrojé mi juventud marchita;
Razón de mi existir, lira proscrita;
Oasis en el medio del desierto
De mi destino incierto . . .
62
Prometeo.
Me lie extraviado por una selva obscura
Coya salida busco inútilmente,
Y se desencadena aquí, en mi frente
La fiera tempestad de la locura.
l-na dulce esperanza que perdura.
— Ave de li¡z volando eternamente
Hacia el país de un bien por siempre ausente
Me sostiene y anima. Algo me augura
El éxito íinal — «juiero ser fuerte
Resistir al embate de la suerte
Y rebelde y tenaz, tal «tro Anteo
Voy por la sombra en busca de la aurora
Pero un buitre la entra fia rae devora
Y la Verdad me grita: ¡Prometeo!
64
Otoño es cruel.
De este largo crepúsculo sombrío
Pone al rojo la sombra su esfumino
Y un viejo ruiseñor, brinda al estío
Ausente, la congoja de su trino
- — Otoño es cruel conmigo; mi camin
Amustia con sus brumas: y en implo
Alan de hacerme padecer, mezquino
Clava en mi carne su aguijón el frió -
Y en el alma también: estoy vencido
Mas si de este lugar en que he caído
Por alejarme me esforzara en vano
Pienso que habrá en la muerte algo de be 11
Por eso sin pavor llevo en mi el sello
De los llamados á morir temprano.
fí6
Al pasar.
Vengo cansado; he caminado tanto
<¿ue ya no puedo más. Mortal fatiga
Mi fuerza ha derrotado, y su quebranto
A detenerme á mi pesar, me obliga
Cercano está el raudal, oigo el encanto
Eterno y promisor de su cantiga;
Será á mi sed un cáliz sacrosanto
El blando hueco de tu mano amiga.
t\7
Me ciarás de beber, gentil pastora
Yo en cambio he de brindarte lo (pie ignora
Tn oido, y bajo el palio del paisaje
Sabrás de la harmonía de mi flauta
Fara después, al terminar la pauta
Hacia la meta proseguir el viaje.
Todo es igual-
Lo mismo acepto altivo, indiferente
Los grandes males que los grandes bienes
Que igual dá: las espinas en la frente
O una palma triunfal sobre las sienes
Antes, la juventud generadora
be entusiasmos y locas rebeldías
Puso en mis labios la canción sonora
V en mí lira perladas harmonías.
HO
Después he comprendido — ’jue no en vano
Pasan los años— el cabello cano
Tengo, y el alma enferma de amargura.
Mi destino fue cruel, mi suerte dura
Creí y luché; ahora solo pido
Tranquila muerte en un rincón de olvido.
70
Los ojos del anhelo.
Las sombras que escudrinan los ojos del anhelo
Nunca como hoy tan densas ni tenazmente esquivas,
Nunca tan infranqueables las brumas de ese cielo
Donde el pensar suspende sus lámparas votivas.
El pensamiento es blanca paloma mensajera
(¿ue en busca del enigma de la vida se ausenta;
Y la duda, en las horas horribles de la espera
E¡ cuervo que las almas persigue y atormenta.
71
¿Es hoy? ¿Será mañana? No sé, pero presiento
La kiz del nuevo día, y en el vital alTento
De! excelsior arcano mi espíritu se inunda —
— La idea es oro puro, prístino y sin mancilla
El verbo que al Futuro saluda, la semilla
Que germina en el seno de mi tierra fecunda.
72
Ananké.
Mientras el viento afuera, modula sus canciones
Y la lluvia, insistente golpea en los cristales
Yo resuelvo paciente, los problemas fatales
De mi vida asediada por raras emociones
En la mel ancolia de mis viajes astrales
El arpa del soneto da sus catorce sones
Y deja en el silencio de mis meditaciones
La vibración de notas divinas é inmortales.
73
La tropa galopante de essneftos de quimera
Desata hacia lo eterno su rápida carrera
Por el desierto inmenso de mi desolación:
Casi inconscientemente llego al vetusto piano
Paso por el teclado, levemente la mano
Y descubro el secreto de la Suma Emoción.
74
Carnaval.
La alegría desborda, celebrando la fecha
Memorable, en la calle, pífanos y timbales...
¡Carnaval! farsa inicua, que la gente aprovecha
Para desatar todos sus instintos brutales
Yo tengo una infinita pena porque no puedo
Sustraerme á este ruido que me inquieta y me espanta
¿A. dónde huir? mi oscura guardilla rae da miedo
¡Y afuera, la comparsa de imbéciles que cantal
Han llamado á mi puerta, saben que estoy; abráino
Me digo; abro la puerta, entran, nos saludamos
Salve poeta, dicen, y ine beben el gtc¿vw .
Después, hacia lo lejos se va la algarabía
Mientras en la penumbra de la estancia vacia
Suena lúgubremente, mi risa de Arlequín.
70
El escollo.
Ebrio de alcohol y éter, mis horas silenciosas
Me dieron el milagro de ansiadas maravillas:
Las pálidas estrellas, luz de piedras preciosas
Y el cielo, tal lo inmenso de un lago sin orillas
Viajero infatigable, mi fiebre de conquista
Exacerbó el austero mutismo de los astros
Y mi anhelo fue como la nave nunca vista
Con grímpolas de gemas y quilla de alabastros
77
Mi verso ama las noches de mirajes astrales
Cruza un mar tumultuario de mostruos y corales
Propicio á algún naufragio de horror y abracadabra
Guía mi romanticismo la barca Poesía
Su norte es lo Imposible, la Nada su porfía
Navega entre tinieblas y escolla en la Palabra.
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Una mujer.
Era tau bella como . . . ¿con quien la comparara
Nadie en la tierra pudo su bellezar igualar.
Muchas veces mirándola, esperé desplegara
Uuas ala* muy blancas, y empezase á volar
Y era de un mitológico trópico, la flor rara
C¿ue con su esencia vino mi vida á perfumar
Fué mía y yo fui de ella, y si esto me pesara
Maldita sea mil veces, la gracia del amar
7 &
Me dijo aquella tarde, con su voz infantil:
Dormiré entre tus brazos para sonar mejor . . .
Sus inanos y su rostro parecían de marfil;
Después. . . Nunca he podido saber lo que pasó,
A muchos he sentido decir que se murió
Yo digo que se oculta de mi dañino amor.
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Deseo.
Un ave cruza la extensión dormida
Volando hacia el confin, serenamente
Y pone en la pupila entristecida
Un reflejo escarlata el sol poniente.
Un pavo real, al borde de la fuente
Despliega en abanico la mentida
Pedrería del plumaje, y la doliente
Quietud del parque á meditar convida
fil
La* estrellas se asomaD uDa á una
Al sombrío cristal fie la laguna —
Siento una voz amiga que me nombra
Y me asalta un deseo irremediable
De diluirme en la noche inexcrutable
Como si fuera un átomo de sombra.
Música del dolor.
Me da el dolor, la música; la letra
Será labor del pensamiento mío.
Es de noche, estoy solo y tengo frío,
Un frió que hasta el alma me penetra
Quiero pensar bien hondo. La pupila
Vela piadoso el párpado. Presiento
Que he llegado al confín del pensamiento
Donde el guardián de otra heredad vigila.
F,l Dios ile los cristianos está ausente
De mi espíritu enfermo; dulcemente
Del ensueíio me entrego al hipnotismo
Y ¡ol\ locura inmortal! yo so y la escala
Infinita y gloriosa, como un ala
Extendida entre el cielo y el abismo.
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El esfuerzo-
Hagamos un esfuerzo, me digo cuando siento
El corazón vencido por tanto sufrimiento.
Hagamos nn esfuerzo; los ángeles malditos
Alivian sus martirios, celebrando sus ritos
Vivir. . . Vivir. . . Nosotros no somos los culpables
De que tantos problemas sean indescifrables —
— ¿Que el dolor nos injuria, nos persigue y querella?
¿Y el azul de los cielos? ¿Y el fulgor de la estrella? —
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Yo soy un ave errante; vuelo hacia el Infortunio
Mi sostén es la Angustia; Fatalidad mi guía
Mi destino presiden augúrales ocasos
Y espero bajo un claro, piadoso plenilunio
Mientras voy escribiendo, la postrera elegía
Dejar que mi existencia, se rompa en mil pedazos.
fifi
Mi estileto.
Poseo un estileto de acero florentino,
2u cuyo mango lucen, raras incrustaciones
r que tiene una hoja que brilla en ocasiones
■on no sé qué siniestro reflejo mortecino —
En un estuche de oro forrado en terciopelo
íe lo dió de regalo una vieja agorera
'hiéndeme; lo traigo de un país de quimera
ara curar tu amargo y eterno desconsuelo
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Lo saco con cuidado del estuche, lo miro,
Y tal vez es que á causa de la tiebre, deliro
Ya ausente de mi enfermo cerebro la razón
Lo cierto es que presiento que se acerca la hora
De abrir los surtidores rojos del corazón
Y huir bajo la noche cou rumbo hacia la Aurora
<
Los amores míos.
Yo amo los crepúsculos, porque se identifican
Do la existencia mia, con el atardecer
A.mo los a va tares porque ellos significan
La razón de mi vida, la fuerza de mi sér
Adoro la apasible quietud de la laguna
í¿ue noche ¡i noche vola mi eterno meditar
Poseen mi cariño, los cisnes, qne á la luna
P<»r saberla imposible, la llegaron a amar
Sueno con una mano que acaricie piadosa
En la hora postrera, ini frente paasarosa
Y cu lira mi sepulcro de rosas y de lirios
Y espero una pareja de bardos ruiseñores
Que con nocturnas trovas, alivie mis dolores
Endulce mis tristezas y engane mis martirios
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El poeta triste.
Nunca pasó el menguado, limíte de su aldea
Aquel poeta triste, dulce y sentimental
Y fné el solar nativo, una nneva Me 1 pea
Para el sonar doliente de su flauta augural
Vivió, por caprichoso prodigio de la Idea
Lo real y lo imposible, lo nuevo y lo ancestral
Y tal nn redivivo Jasón, odió á Medea
Por amor de la í^fuoe de un ensueño fatal
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Dió en la extraña manía, de pensarse nn ilota;
De creerse llegado de una tierra remota
Peregrino hacia nna, Meca que no existió
Y nna noche, embriagado de ajenjo, se mató
Yo ya lo he perdonado; fué loco por sn bien
Vosotros, sed piadosos, perdonadlo también.
La ronda de las brujas.
Las doce de la noche, da mi reloj — Necesito
nirar otra copa, para olvidar ipie vivo;
■ntro de dos abismos, la Eternidad y el Mito,
i espirito suspende so esfuerzo volitivo.
Abandonada yace la pin na; ya no escribí
es la hoja en blanco como la iniciación de i\u rito
n palabras: del padre Silencio estoy cautivo
“preso por extraños avahares, medito
Las sombras laminadas de oro, de la estancia
Protejen los fantasmas que me asedian; la infancia
Perdida para siempre, surge de mi recuerdo
Y como me sé solo, y nomo me sé enfermo
En medio de este caos de duda en que me pierdo
Desesperadamente, bebo, bebo... y me duermo
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¡Tal un vulgar ladrón!...
Duerme la humilde aldea— La pupila
De un astro, rasga el velo del arcano
Y apenas el silencio, turba el vano
Ladrar de un can, que la heredad vigila
Tal mi vulgar ladrón ó un asesino
Entre las sombras de la noche avanzo.
Llego á la tapia, el borde hostil alcanzo
Y penetro en el predio del vecino
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Tengo miedo que a'guuo me sorprenda:
Camino á tientis p.n* la oscura senda
Me detengo á escuchar, por fin me atrevo
Y como quien comete uu gran deliro
A orillas de la fuente deposito
El pan que para las palomas llevo.
Era una media noche-
Era nna media noche de invierno; no pudiera
La cansa de mi angustia decir con claridad
El viento, un viento helado, se lamentaba afuera
Y f*n mi guardilla, todo mutismo y soledad
Ei reloj, mientras daba, las doce campanadas
Fné tal un asesino cobarde, que atraición
Llegando por la espalda, con dec" puñaladas
Feroces y c^rí./'r*;, me LtAtob 'efeo razón
El niervo tle Edgar Poe graznó lúgubremente
Tuve el presentimiento de nn peligro inminente
Y abrí despavorido el balcón para huir
¡Fantasmas ilusorios!... arriba las estrellas
Muy pálidas y blancas, muy pálidas y bellas
Brillaban en el fondo de un cielo de zafir!
Los bueyes.
De niño, en los rastrojos los cuidé muchas veces;
En el claro arroyuelo los llevaba á beber
Y al duro yugo uncidos, trasportando las mieses
Por el blanco sendero los guié en el ayer
Ya lejano— Eran buenos, tanto, qne se creyeran
— Mirando de sus ojos las extralmmana bondad
Viejos dioses caídos, que impreso auu tuvieran
En la pupila, el sello de la divinidad.
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Los quiso cual si hubieran sido ellos mis hermanos
Y miando los uncía, lamiéndome las manos
Tan claro me mostraron su afecto y adhesión
Que ahora que estoy solo con mi dolor acerbo
Su dulce compañía, añoro y les conservo
Un lugar preferente, dentro mi corazón.
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Postuma*
Amada: yo deseo que á la tamba temprana
Que para mí, ya tiene pronta el eamposantero
lina vez rada afto, vayas por la maftana
íl'tn nn ramo de rosas— ^w^KJhe^nto quiero —
Te pido que tu sola suJws íí'at^Taya
f ’uandn mi barea enfile la quilla haeia otra vida
Para que nadie sepa que parto y en la playa
Ningún pañuelo agite su adiós de despedida
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Ocúltale á mi madre que he muerto; tú eres buena,
Enjugarás sus lágrimas, engañarás su pena
Diciéndole que pronto retornaré, 3' si un día
La infel;z padeciera pensando en mi regreso
Miéntele que te he escrito, dale en la frente un beso
Y dilc que no llore y espere todavía . . .